En el interior de Mesopotamia, la agricultura y la ganadería se impusieron entre el 6000 y el 5000 a. C., suponiendo la entrada de lleno al Neolítico.1 Durante este período, las nuevas técnicas de producción que se habían desarrollado en el área neolítica inicial se expandieron por las regiones de desarrollo más tardío, entre ellas la Mesopotamia interior.1 Este hecho conllevó el desarrollo de las ciudades. Algunas de las primeras fueron Buqras, Umm Dabaghiyah y Yarim y, más tardíamente, Tell es-Sawwan y Choga Mami, que formaron la llamada cultura Umm Dabaghiyah. Posteriormente ésta fue sustituida por las culturas de Hassuna-Samarra, entre el 5600 y el 5000 a. C., y por la cultura Halaf entre el 5600 y el 4000 a. C. (Halaf tardío).2 1
Aproximadamente en el 3000 a. C., apareció la escritura, en aquella época utilizada solo para llevar las cuentas administrativas de la comunidad. Los primeros escritos que se han hallado están escritos sobre arcilla (muy frecuente en aquella zona) con unos dibujos formados por líneas (pictogramas).
La civilización urbana siguió avanzando durante el período de El Obeid3 (5000 a. C.–3700 a. C.) con avances en las técnicas cerámicas y de regadío4 y la construcción de los primeros templos urbanos.5
Tras El Obeid, se sucede el Período de Uruk, en el cual la civilización urbana se asentó definitivamente con enormes avances técnicos como la rueda y el cálculo, realizado mediante anotaciones en tablillas de barro y que evolucionaría hacia las primeras formas de escritura
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